
A pesar de todo lo que se pueda decir o escribir, lo que es cierto es que si se produce el enésimo retorno de Fernando Alonso a Renault F1 para competir juntos en el Mundial, va a ser lo mejor para la marca del rombo en muchos aspectos.
En primer lugar por el impacto de la noticia que va a ser portada en todos y cada uno de los millones de portales especializados, blogs, prensa deportiva, emisoras de radio, informativos en la televisión… en los que el rostro de Fernando y el logo de Renault van a ser los grandes líderes de audiencia.
Y en segundo por contar en sus filas con un piloto que conoce a la perfección el funcionamiento interno del equipo, lo que sería de gran ayuda para realizar las mejoras necesarias para estar en la lucha con los equipos más potentes de la parrilla.
Once upon a time
Así empiezan las grandes historias, con esta frase. Y en el caso de Alonso y Renault F1 también sucedió así.
En el año 2000 el asturiano necesitaba cerrar los flecos de su presencia con Astromega en el campeonato de la F3000 y muchos se acercaron hasta él para gestionar la llegada de un joven talento español que había asombrado a todos en los test realizados.

La presencia de Alonso en el equipo belga se produjo cuando el responsable del mismo, Sam Boyle, le comentó a su buen amigo Joan Viladelprat que necesitaban un piloto para la temporada 2000.
Joan no dudó un instante en recomendarle que hablara con Adrián Campos, ya que el valenciano contaba en su equipo con un piloto asturiano muy rápido y que mostraba una capacidad innata para competir al máximo nivel.
Fernando Alonso acudió a la llamada de Astromega para subirse al monoplaza (sin asiento fabricado para él) en unos test que estaban programados en el Circuit de Barcelona y nuevamente mostró su “don”. Tardó 14 vueltas en marcar el mejor crono en pista con un monoplaza que desconocía por completo.
No hablaba inglés apenas y los mecánicos del equipo se entendían con él a la perfección a pesar de las 2 palabras que Alonso pronunciaba en el idioma de Shakespeare: understeer y oversteer (subviraje y sobreviraje) con las que indicarles el comportamiento del monoplaza.
Minardi ya le había fichado
En esos momentos Fernando Alonso ya era piloto Minardi. El asturiano tras ganar la Fórmula Nissan tuvo opción a subirse a un monoplaza del equipo de Faenza en Jerez. Y lo hizo bajo la lluvia, uno de los elementos en los que Alonso se muestra aún más competitivo.
El propio Giancarlo Minardi aun recuerda entre risas cómo se asustó con las vueltas de Alonso en Jerez, y cómo gritaba a Adrián Campos que lo parara por favor, que era un F1 y Fernando nunca se había subido a uno. De cómo “The Golden Boy” entiende lo de pie a tabla hablaremos en otra ocasión…

Desde ese instante Minardi no dudó en que Alonso era un futuro campeón del mundo y que debía estar en su equipo. Habló con su socio, Gabrielle Rumi, que aceptó la decisión de Giancarlo y le pusieron un contrato sobre la mesa para estar junto a ellos en el año 2000.
El problema que surgió fue la superlicencia para pilotar un F1, que obligaba a Fernando a estar durante el año 2000 compitiendo en la antesala de aquella época, el Campeonato Internacional F3000.
Jean Todt aparece en escena
A pesar de que Alonso estaba ya cerrando los flecos con Astromega para disputar la F3000, su entorno y Giancarlo Minardi recibieron la llamada de Ferrari. Les comunicaban que Jean Todt estaba interesado en Fernando y que podía situarlo en un gran equipo en la F3000 durante la temproada 2000 y luego ver qué sucedía con el asturiano.

La oferta de Ferrari dejaba en el aire la opción de que Alonso debutara con el equipo de Maranello en 2001 junto a Michael Schumacher si finalmente Rubens Barrichello no continuaba en la escudería. Pero si el brasileño realizaba una buen tarea, entonces Fernando debería seguir un año más en F3000 y quedarse a la espera de las decisiones que tomaran en el equipo italiano.
Flavio no dejó opción
En mitad de toda esa amalgama de promesas y contratos encima de la mesa de Fernando Alonso, aparece en escena un personaje clave en la historia de éxitos del piloto español: Flavio Briatore.
El magnate italiano habló con Giancarlo Minardi y con Adrián Campos. Tenía claro que Ferrari no debía ser en ese momento el destino de Fernando, que ya habría ocasión más adelante (y no se equivocó) y que en ese instante lo que de veras importaba era asegurar la entrada de Alonso a la F1 en 2001.

Flavio puso sobre la mesa un principio de acuerdo con Renault F1 para que Fernando pudiera correr con Astromega la F3000 y que al año siguiente se subiera al Minardi. Todo ello bajo la tutela a distancia de Renault que le acogería oficialmente en 2002 en su equipo como probador oficial.
Además un importante patrocinador tecnológico español que ya estaba en Minardi, se sumaba al proyecto Alonso y el presupuesto no era problema. Todo estaba calculado al milímetro. Y la historia lo ha corroborado.

Renault y Alonso se dan el sí
De esta forma se apartó a Ferrari de la órbita de Alonso por primera vez (habrá una segunda más adelante que provocaría la renovación de Alonso por Renault con un nuevo contrato mejorado económicamente y que algún día tal vez expliquemos con detalle)
Briatore, Minardi, Campos y Alonso, formaron un cuarteto inseparable durante esa temporada 2000. Y los máximos responsables de Renault aparecían discretamente por el paddock de la F3000 para obtener la máxima información de su “nuevo piloto”.
A partir de ahí la historia es por todos conocida (al menos la que se ha explicado o se puede explicar).
Ahora parece que un nuevo capítulo del eterno romance se ha vuelto a poner en marcha, y algunos apuntan a que nuevamente Flavio ha sido pieza clave en todo ello.
El nuevo CEO de Renault, Luca de Meo, tiene sobre su despacho un dossier para firmar tras revisarlo a fondo.
Sólo nos queda esperar y ver.
